lunes, 25 de noviembre de 2024

 

Hace unos años mi _Ottosan_ y yo subimos al Iliniza Norte, como parte del entrenamiento para la _summit_ del Cotopaxi. No llevamos equipo de montaña pues nos dijeron que era un ascenso de nivel medio con ropa abrigada y zapatos deportivos supuestamente bastaba.

El ascenso normal, como siempre mi -Ottosan_ adelante marcando la diferencia con su buen estado físico a sus 60 y pico de años, él era inmune a las alturas, al frio, al calor, al miedo. Sus cuatro hijos creo éramos su principal fortaleza _ergo_ también su debilidad, solo soportada solo por su esposa la maleZoilita, cuando éramos díscolos.

Luego de pasar algo un delgado camino con precipicios en ambos lados, llegas hasta la última canaleta, un camino delgado y empinado, comenzó a nevar y nuestra ropa y zapatos no me daban la seguridad para seguir hasta la cumbre. Ve tu papá _Otrosan_ acá te espero a la vuelta. Nos quedamos juntos me dijo mientras me miraban sus intensos ojos verdes.

El resto del equipo se demoraba en regresar las nubes ya habían descendido y no se veía a 2 metros de distancia, el pánico comenzó a inundar mi cuerpo hasta quedar más firme de la roca en la cual estábamos esperando sentados. ¿qué hacemos papaPancho? Me miro con serenidad y dijo: respirar y tranquilizarnos.

El clima en la montaña cambia con rapidez, no solo para empeorar las situaciones también para mejorarlas. Por un instante se despejaron las nubes, unos rayos iluminaron toda la montaña y pudimos divisar toda la montaña, el camino de ascenso (ahora de descenso) y el denso bosque que como laberinto nos llevaba hasta el refugio.

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